martes, 31 de enero de 2012

Ceremonias de confusión que se comentan por sí solas


Puesta en escena impecable para un acto carlista, en un lugar tan relevante para el Reino de Valencia como el Monasterio de Ntra. Sra. del Puig. Lamentablemente el fondo de lo que allí se expuso contradijo diametralmente el significado de las banderas que presidían el acto y del emplazamiento en que se desarrolló.
Este blog no prejuzga los Derechos de Don Carlos Javier. Son las autoridades legítimas del carlismo a quien corresponde dicha potestad. Sin embargo como órgano de información y opinión libre sólo constata hechos. Y hay hechos y ceremonias de confusión que se comentan por sí solas:

Molt Alts Senyor i Senyora, damas y caballeros, amigas y amigos carlistas:

Solo unas cortas palabras en la lengua propia del pueblo valenciano.

En nom dels organitzadors de l’aplec del Puig, la nostra cordial benvinguda als amics que veniu de les diverses comarques valencianes, de Catalunya i de Balears, amb els que compartim una mateixa llengua, i avui també ens uneix aquest monestir fundat per Jaume I, el més emblemàtic rei de la Corona d’Aragó, i ens uneixen, també, els mateixos ideals, una comuna lleialtat i una llarga lluita. [Nótese la utilización no de la lengua valenciana --que no es la única propia del pueblo valenciano-- sino de giros barcelonís de los que precisamente en ese mismo Monasterio de Ntra. Sra. del Puig se depuró a la lengua valenciana en unas normas firmadas en 1979 y promovidas por los carlistas valencianos].

También a los amigos y carlistas procedentes del resto de las Españas una fraternal bienvenida. Si la larga vida del Carlismo se debe, en gran parte, al componente dinástico, éste, indefectiblemente, va unido a la continuidad biológica. Probablemente nuestra adhesión dinástica es una paradoja, un contrasentido en la sociedad democrática actual. Posiblemente, pero ya se sabe que nadie es perfecto.

Estas últimas semanas los carlistas estamos de enhorabuena. Una nueva generación de la familia Borbón-Parma está en camino. Nuestra felicitación a Carlos Javier y Ana María. Durante la misa rezaremos y, en la comida posterior, brindaremos por un feliz natalicio. El hecho biológico, el recambio generacional en la dinastía carlista, en los últimos tiempos, siempre ha compensado momentos duros.

A la dolorosa desaparición, hace poco más de un año, de Carlos Hugo, nuestro irrepetible Líder y abanderado, ahora se superpone el anuncio de la llegada de una nueva generación. Quisiera recordar que el nacimiento de Carlos Javier estuvo precedido por la expulsión del territorio español de la familia Borbón Parma, decretada por aquel general zafio y chusquero. Los entonces jóvenes carlistas valencianos, tras el nacimiento de Carlos Javier, cantábamos aquello de: “ole, ole Irene, un Infant ens ha naixcut, i al règim li ha fotut. Ole donya Irene”. Traducido benévolamente dice: un Infante nos ha nacido, y al régimen le ha fastidiado.

Doña María Teresa no puede estar hoy con nosotros por obligaciones familiares. ¡Cuánto nos hubiera gustado contar con su presencia, y con la de sus hermanas, doña María Cecilia y doña María de las Nieves! En los últimos años del franquismo compartió con nosotros largas y numerosas estancias clandestinas en Valencia. Fueron tiempos de una intensa dedicación, cambiando constantemente de piso, con citas de seguridad, pelucas que, de tan inverosímiles, resultaban creíbles. María Teresa realizó con los jóvenes carlistas del momento una inmensa tarea de pedagogía política y sigue siendo una referencia, un icono, de luchadora incansable, de generosidad y compromiso. Y pese a su fama de princesa roja, es una de las personas, junto a Carlos Hugo, más profundamente cristianas que he conocido.

Para los carlistas valencianos que organizamos este acto están muy lejos de nuestro ánimo la nostalgia, la añoranza y la autocomplacencia. Por supuesto que nos sentimos orgullosos de pertenecer a uno de los colectivos más antiguos de las Españas, luchamos en los momentos clave de la historia y en el día a día, como los que más, pero, sobre todo, nos preocupa el futuro. Nos sentimos herederos de la legitimidad histórica, pero para los carlistas la legitimidad es, solo, un punto de partida, no es, en sí misma, ni un objetivo ni una meta. La legitimidad no es un derecho, es un compromiso.

Tal vez este acto, tan solemne como austero, de imposición de Cruces de la Legitimidad Proscrita pudiera parecer, en sus fórmulas y estética, caduco, viscontiniano y decadente. No hemos venido aquí para celebrar una convención de damas de compañía, gentilhombres y cortesanos. No escenificamos un cuento bucólico de súbditos y reyes. Estamos aquí para renovar, una vez más, el pacto que nos une con la familia Borbón Parma. Y juntos, dinastía y carlistas, proyectar nuestro compromiso con las libertades de las personas y de los pueblos y por una sociedad más equitativa y solidaria.
(...)
Le gustaba recordar a Carlos Hugo que un rio solo es fiel a sus fuentes si fluye hacia el mar. Intuyo que quería expresar con este proverbio que el Carlismo solo seria fiel a sus orígenes si se proyecta hacia el futuro y no renuncia a cambiar el sistema que, dicho sea de paso, se agrieta en toda sus estructuras. Y este debe ser, como lo ha sido siempre, nuestro reto: conquistar, imaginar y definir el futuro.

Josep M. Sabater