martes, 23 de marzo de 2010

A propósito del Museo de Historia del Carlismo de Estella


La inauguración hoy, día 23 de marzo de 2010, del Museo de Historia del Carlismo de Estella impone una serie de necesarias consideraciones sobre su creación y gestión que imponen una serie de cautelas a los carlistas sobre el futuro de dicho Museo.

Por un lado, en un contexto de agresivos ataques a la Historia de España, a través de la nefasta memoria histórica, que como recordaba recientemente S.A.R. Don Sixto de Borbón consiste en la cancelación de la historia a través del falseamiento de la memoria por la ideología, es una buena noticia que se intente preservar el legado del Carlismo frente a los talibán progres. Desde hace años fundaciones y asociaciones de carácter privado y comunitario, con el concurso y la participación del Pueblo Carlista, vienen manteniendo con bastante eficacia dicha legado. Dichas instituciones además gozan de la suficiente independencia para preservar dicho legado sin desvirtuarlo. En el caso actual será una institución de carácter público, esclava de los contextos políticos de cada momento, la que administre dicho legado. Asimismo la irrupción de una institución pública y política sitúa a las instituciones privadas y comunitarias en una situación de debilidad, pues implica que la institución pública puede acaparar más fondos, tanto por su mayor financiación a través de tributos como por gozar de los privilegios inherentes a su carácter de organismo público. En este aspecto concreto se suscita uno de los grandes puntos de la doctrina carlista, en relación a la preeminencia de la sociedad frente a lo público. Con este Museo cabe el riesgo muy cierto de que contrariamente a dicha doctrina se produzca una preeminencia de lo público frente a la sociedad.

Es evidente que la historia de Navarra, y aún los restos de su foralidad que aún hoy subsisten y que son la esencia de Navarra, no puede explicarse sin el Carlismo. Pero paradójicamente una de las grandes maldiciones que viene sufriendo el Carlismo de unos sesenta años a esta parte es la misma limitación del Carlismo a un fenómeno "típicamente navarro", en un reduccionismo folclorista que pretende escamotear el auténtico sentido de una lucha que tiene dimensiones mucho mayores, en última instancia preternaturales. En este sentido la gestión del Museo es muy probable que apunte en ese sentido, con algunas gotas de nefasto progresismo debido a la presencia en su Consejo Consultivo del Partido (anti)Carlista y de grupúsculos cercanos al mismo, que han sido los mayores enemigos de la Santa Causa en los últimos cuarenta años.

Si el Gobierno de Navarra tuviese realmente interés en preservar la historia del Carlismo empezaría por declarar contraria a Fuero la imposición totalitaria de la Ley de Memoria Histórica. Por contra, ya desde antes de la misma empezó el desmantelamiento del legado carlista en Navarra, con ataques tan infames como el perpetrado, en coautoría con el Arzobispado de Pamplona, contra el Monumento de Navarra a los muertos en la Cruzada, desacralizado, desvirtuado, infamado y blasfemado.

Muchas cautelas hay que tener ante el nuevo Museo de Historia del Carlismo de Estella. Los carlistas, a través de la Comunión Tradicionalista, hemos de luchar por el mantenimiento y continuación de nuestro legado, sin mediatizaciones ni componendas y por el triunfo de nuestros ideales por el bien de Dios y la Patria. Ideales que son de máxima actualidad y que han de estar presentes en todas las instituciones. Y no solo en museos, como nuestros enemigos quieren.

domingo, 7 de marzo de 2010

ETA entre Chávez y ZP

No eran necesarias sesudas investigaciones policiales ni judiciales para poner de manifiesto algo tan obvio, público y notorio como la interconexión entre la narcoguerrilla de las FARC, la dictadura bananera del neomarxista Chávez y la banda de izquierda separatista ETA. La estrecha colaboración de Chávez con las FARC era más que pública, 0freciendo retaguardia y financiación a la guerrilla terrorista. Paralelamente las FARC colaboran con ETA desde hace años. ETA viajó constantemente a Colombia en busca de entrenamiento con los cárteles de la droga de las guerrillas marxistas. Y en los últimos años, son los etarras los que llegan a entrenar a los miembros de las FARC en el manejo de explosivos de última generación. Parecen confirmarse las relaciones entre el tráfico de drogas en Europa y la financiación de ambos grupos. Además, el ordenador del narcoguerrillero Reyes demostró (ya en el año 2008) los planes de los socios de Chávez para la realización de atentados en España de la mano de ETA.

En el caso de Chávez, el trato dispensado a los etarras en Venezuela es exquisito. Es sabido que el régimen chavista consideró conceder la nacionalidad venezolana a José Ayestarán, Miguel Angel Aldana, Jesús Arteaga y Eugenio Barrutiabengoa que han asesinado a más de cuarenta españoles. Si el ministro del Interior y el presidente del gobierno (de ocupación) repiten constantemente que detendrán a todos los etarras, ¿a que esperan para echar el guante a estos que están perfectamente identificados en un país que se presume aliado del gobierno (de ocupación)? Otros etarras como Cubillas (tres españoles asesinados) llegó a Venezuela por acuerdo directo de Felipe González con dicho país e incluso ocupa un puesto relevante dentro de la administración chavista.

Todo esto se sabia de sobra. Extraña por tanto que la Justicia haya tarda tantísimo en exigir investigaciones en Venezuela. El gobierno (de ocupación) ha hecho un ridículo clamoroso volviendo a poner de manifiesto sus contradicciones y debilidad intrínseca en cuant0 quiere aparentar un respeto a las propias normas de su Estado de Derecho que pisotea una y otra vez. La firmeza que ocasionalmente se pretende esgrimir contra ETA no es más que una fachada, pues los diversos grupos ocultos que se reparten el gobierno de España están de un modo u otro participados por la simpatía hacia la causa separatista e imperialista del nacionalismo euzkadiano. Clamorosa claudicación que tiene aspectos tan desagradables como el del "chivatazo" a los etarras del Bar Faisán, en el que altos mandos del gobierno socialista impidieron que se practicasen detenciones contra etarras encargados de la financiación de la banda y que el PSOE está intentando impedir con todos sus medios que se investigue. En este contexto las últimas palabras de Jaime Mayor Oreja, afirmando que el Gobierno (de ocupación) sigue negociando con ETA no son ningún dislate, pero suenan incongruentes por el propio papel incongruente del mismo Mayor Oreja. Si en lugar de dilapidar su herencia política familiar carlista hablase desde la libertad de quien nada debe al actual sistema político imperante seguramente el político guipuzcoano desvelaría mucho más de lo que dice y además su discurso seria más coherente, pues englobaria a ETA y a sus cómplices como uno más de los actores que hacen posible el actual sistema político, suma de transacciones y pasteleos entre la oligarquía liberal y la izquierda internacionalista y separatista contra los fundamentos políticos de la Hispanidad.